Los últimos días los periódicos e informativos se han hecho eco de una nueva forma de acoso que está aumentando entre los jóvenes: es el «Stalking», o acecho, que se caracteriza porque el agresor persigue de forma obsesiva a su víctima.
Las alarmas han saltado porque un reciente estudio ha revelado que el 40% de universitarios reconoce haber sufrido este tipo de acoso. Estos datos han despertado la preocupación de profesionales y familiares provocando un gran revuelo al respecto.
¿Qué es el “stalking”?
El “stalking” o “síndrome de acoso apremiante” hace referencia al conjunto de conductas de tipo obsesivo que mantiene el agresor, haciendo caso omiso a las indicaciones de la víctima. Por ejemplo, seguir a alguien, espiar, hacer pintadas en paredes con su nombre, el envío de cartas, etc. son formas de stalking. Además, con la aparición de las nuevas tecnologías, el acoso se puede dar también en forma de continuos mensajes, SMSs, publicaciones en la redes sociales, llamadas, “likes” en fotos colgadas por la víctima, etc.
El código penal ya recoge este nuevo delito en su artículo 172.ter CP y en él se explica la diferencia respecto al acoso tradicional. El “stalking” no necesita de amenazas, es decir, el agresor no necesita decirle a la víctima directamente que le realizará algún mal, sino que implícitamente atenta contra su libertad. El stalking puede conllevar penas de entre 3 meses y dos años de prisión.
¿Qué efectos tiene el stalking en la víctima?
La persona que sufre “stalking” siente miedo e inseguridad y a menudo puede desencadenar problemas de ansiedad en forma de crisis de angustia, ansiedad generalizada, somatización con dolores de cabeza, musculares, de espalda, taquicardia, palpitaciones, etc.
Además, el seguimiento continuo del acosador provoca que la víctima se vea obligada a cambiar sus hábitos, para evitar entrar y salir de la escuela, o trabajo, en el mismo horario y evitar ir sola/o por la calle.
¿Está relacionado el stalking con la violencia de género?
Generalmente el acosador ha mantenido una relación sentimental con la víctima y la no aceptación, o el sentirse abandonado, suele ser la causa que le hace llevar a cabo una acusación persistente. El acosador suele iniciar su acecho por manifestar enfado contra la víctima, celos, o sentimiento de culpabilidad.
Aunque los estudios entre estudiantes demuestran que se han visto afectados tanto chicas como chicos, hay una notable diferencia en el número de chicas que lo han sufrido siendo éstas las mayoritarias.
Por:
Sara Avilés | Lic. en Psicología. Col. 24750 COPC
Marina Martínez | Lic. en Psicología. Col. 24511 COPC
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