¿Cómo resuelven los conflictos nuestros hijos?

A lo largo de las primeras etapas de la vida, el niño se encuentra con multitud de «pequeños conflictos» con sus compañeros, ante los que tiene que lidiar. Decidir qué juego hacer, dejar un juguete, o hacer un grupo de amigos, pueden ser motivos para la aparición de emociones como la frustración, la culpa o la rabia en los más pequeños.

Aprender a resolver conflictos
Para nosotros pueden ser situaciones vanales, a las que no damos la menor importancia, pero para los más pequeños pueden llegar a ser problemas, o conflictos que alteren su estado emocional. Y si no saben cómo resolverlos, puede ser que les hagan reaccionar de forma agresiva o impulsiva.

¿Qué habilidades necesita el niño para resolver conflictos?

Las habilidades sociales son básicas para que un niño sepa expresar su propia opinión y respetar la de los demás. Ser tolerante con los otros, y reflexivo en sus respuestas, permite que el niño acepte la diversidad y sea capaz de defender sus pensamientos.

También se debe fomentar la escucha activa y el diálogo ya que son herramientas que facilitan llegar a acuerdos.

Diálogo para resolver conflictos

Otros aspectos importantes son la necesidad de “atacar” al problema y no a la persona, respetar la opinión de los otros y no herir a los demás. De este modo se aprende a afrontar la situación buscando una solución adecuada.

¿Qué estrategias ayudan a resolver conflictos?

Una buena estrategia para entrenar a los niños en la resolución de conflictos es aprovechar los conflictos cotidianos del hogar para fomentar el diálogo y la comunicación. El proceso a seguir es:

  • ayudar a identificar el conflicto,
  • plantear la situación,
  • y contemplar las diferentes opciones posibles.

El niño juez verbaliza cómo resolver un conflictoUn juego interesante es el de «el niño juez», en el que damos al niño el rol de juez ante cualquier situación de discusión o enfrentamiento cotidiana, y hacerle «juzgar» dicha situación y verbalizar su sentencia ante el conflicto.

Es importante que durante este proceso, el adulto adopte un rol de “guía” o “acompañante” para potenciar que sea el niño el que resuelva el conflicto y fomentar su autonomía.

También se puede trabajar a través de historias o imágenes que permitan plantear un conflicto y analizar las diferentes opciones con sus correspondientes consecuencias e implicaciones.

Es importante que el niño sea partícipe durante la resolución del problema para que sienta su parte de responsabilidad en relación a la situación.

Otras estrategias como la relajación o respiración permiten identificar y gestionar emociones de rabia y enfado para que éstas no dominen al niño en situaciones conflictivas.


Por:
Sara Avilés |  Lic. en Psicología. Col.  24750 COPC
Marina Martínez  |  Lic. en Psicología. Col.  24511 COPC


Visita nuestra sección de «Recursos» para más información acerca de cómo enfrentarte al bullying.


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