Enseñar a los niños a controlar la agresividad

La agresividad en los niños

Enseñar a controlar la rabia en los niños
La mayoría de problemas de comportamiento infantil vienen dadas por la falta de control de impulsos y una mala gestión emocional. Éstas pueden ser las causas más comunes de las conductas de agresividad en forma de rabietas, empujones, arañazos, etc.

Estas conductas agresivas son una forma errónea de comunicación emocional, por no disponer todavía de recursos para expresar sus emociones de otro modo.

Los niños están en edad de pleno crecimiento, y las habilidades sociales y comunicativas también forman parte de dicho desarrollo. Tenemos que tener en cuenta también que, si para los adultos, el mundo emocional ya puede resultar bastante complicado, no es de extrañar que los más pequeños puedan presentar dificultades en su gestión.

Identificar emociones, comprenderlas y gestionarlas puede ser una tarea complicada y se necesita de la experiencia, para lograr la famosa «inteligencia emocional». Afortunadamente, la capacidad de controlar los impulsos se puede (y debe) aprender, no es algo innato.

Hay que tener en cuenta que, aprender a controlar los impulsos en los más pequeños, requiere de tiempo. En primer lugar, porque están en pleno desarrollo de la corteza pre-frontal que es la parte del cerebro, que se se relaciona con el desarrollo de complejos procesos cognitivos, y se asocia con la personalidad y el comportamiento social.

Sin embargo, esto no significa que debamos dejar de prestar atención a dichos impulsos. A continuación intentamos dejar algunas claves para su intervención.

Estrategias para reducir las conductas agresivas

  1. Educar con el diálogo: el déficit de habilidades de comunicación puede ser una de las causas de dichas conductas, por lo que acostumbrar a los más pequeños a hablar acerca de las emociones, puede ser un buen antídoto. Podéis hacerles de guía y ayudarles a reconocer e identificar las diferentes emociones para poder comprenderlas.
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  3. Aprender a identificar los propios sentimientos: es importante que los niños aprendan a diferenciar entre sentimientos y comportamientos para que puedan aprender a controlar sus impulsos. Por ejemplo, cuando un niño entiende que es normal sentirse enfadado por algo que le ha pasado, pero que no está bien gritar o pegar a los demás, podrá ver que hay otras opciones para hacer frente a sus emociones sin necesidad de reaccionar violentamente.
  4. Identificar sus emociones

  5. Reforzar correctamente: el niño puede manifestar rabia para llamar la atención, y por este motivo es importante no reforzar aquellos comportamientos que no queremos que se repitan. En cambio, cuando nuestro hijo verbaliza algún estado emocional o suceso de su vida cotidiana, es importante que se sienta arropado y no reprimir o contradecir los sentimientos con frases como “no llores” o “no te enfades”.
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  7. Juegos para aprender: poder jugar con los personajes de cuentos o películas, o bien jugar con muñecos, puede ayudar al niño a entender las emociones que reflejan los personajes en cuestión.
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  9. Organización de las actividades: poder anticipar las actividades puede ayudar al niño a gestionar y entender las obligaciones, así como el horario. Por ejemplo, si el niño tiene un ataque de agresividad cuando se viste por las mañanas, podemos preparar con él la ropa antes de ir a dormir para que la elección se tome con antelación.
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  11. Ejercicios de relajación: existen diferentes técnicas y juegos para ayudar a relajar a los niños. La respiración juega un papel muy importante para permitir al niño estar tranquilo, escuchar y ser receptivo.

Conclusión

Reconducir actitudes agresivasEl hecho de que un niño aprenda a controlar sus impulsos le ayudará a favorecer las relaciones con sus iguales, con sus padres, sus profesores y su entorno, y también le ayudará a potenciar la capacidad de autocontrol. Todo ello se verá reflejado en el rendimiento educativo de niño.

Detectar las conductas violentas de los niños y poder trabajar en ellas, es importante para evitar que dichas dificultades iniciales se puedan convertir en un trastorno bastante común: el «trastorno negativista desafiante«, que engloba a un grupo de niños que manifiesta un patrón habitual de comportamiento desobediente, hostil y desafiante hacia las figuras de autoridad.

Por este motivo, ante cualquier duda acerca del comportamiento y desarrollo de nuestros hijos, debemos pedir orientación profesional para poder actuar en edades tempranas.


Por:
Sara Avilés |  Lic. en Psicología. Col.  24750 COPC
Marina Martínez  |  Lic. en Psicología. Col.  24511 COPC

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